jueves, 30 de enero de 2014

miércoles, 29 de enero de 2014

domingo, 19 de enero de 2014

Viaje en el tiempo por la Consuegra de 1972. Las imágenes tomadas por D. Jaime García Condado rescatadas del olvido

Consuegra sin adulterar

En Consuegra ha habido personas comprometidas con nuestra cultura, anónimas en muchas ocasiones, que han velado por evitar el olvido, el abandono y la destrucción de nuestro patrimonio. Gentes curiosas, deseosas de conocer, que han hecho posible que veamos a través de sus ojos como era nuestra Consuegra, hace mucho tiempo. Tal era el caso de D. Jaime García Condado, médico de profesión natural de Consuegra, que en los inicios de los años setenta dedicó dos años de su vida a documentar con imágenes la vida de los Consaburenses en aquellos duros momentos. Nos hace un recorrido monumental, costumbrista, etnográfico y humano de Consuegra a lo largo del suceder de un año de duros trabajos agrícolas, en el que las labores, fiestas y momentos de descanso de sus habitantes vienen marcadas por el latir de los cambios estacionales y las cosechas, como así ocurría hace dos mil años.
Hoy nos centraremos en los monumentos que se conservaban en Consuegra por aquellos días. Resulta curioso apreciar lo espléndida que lucía la fachada del colegio de las "Hermanas de la Consolación" con el escudo de armas de la familia Merchán, fundadora del mismo (Antonio y Eulogio), que da nombre actualmente a la calle.
La calle del Carmen con el convento de las Madres Carmelitas, de fundación Sanjuanista. Los autores del documental nos cuentan que durante la guerra civil española y, tras el abandono del mismo por parte de las religiosas, fue utilizado como manicomio.

Detalle del escudo de la fachada tallado  de piedra
Nos dirigimos al convento de los Frailes Franciscanos de la provincia de San Gregorio Magno de Filipinas, cuyo primer guardián fue el padre Aguirre. Fue convento de las monjas Bernardas hasta la desamortización de Mendizábal, pasando a manos franciscanas en 1867. La religiosas atendían en el hospital de la Orden de San Juan contiguo al convento, dependiente de la casa solariega de los Freires de Santa María del Monte.


Subiendo la calle, llegamos a la antigua casa solariega de los Freires de Santa María del Monte, en aquel tiempo propiedad de D. Pedro Martín Palomino. Nos muestra un portal dominado por un escudo imponente, dicen los autores del documental propiedad del Infante D. Sebastián, último gran Prior de Consuegra, aunque podría ser anterior.

El estudio detallado de las inscripciones lo dejamos para otro post, aunque anticipamos su vinculación con el convento de Santa María del Monte, noviciado de la Orden de San Juan dependiente del Priorato de Consuegra. Es una autentica tragedia que no podamos admirarlo y estudiarlo con detenimiento en la actualidad.

Fachada de la casa de D. Santiago Moraleda, en la calle de los Frailes
Nuestro castillo antes de la restauración


D. Jaime Condado ameniza estas imágenes contándonos la leyenda de Florinda la Cava.
En época Visigoda, el castillo de Consuegra se empleaba como escuela para entrenar nobles caballeros. Hallase aquí D. Rodrigo que se enamoró de la hija del Conde D. Julián, gobernador de Ceuta. Amores que ésta rechazó, aunque esta decisión  D. Rodrigo no respetó. Como venganza D. Julián las puertas de España a los moros abrió. 
También presente en el poema del Mio Cid. 

Yo soy el Cid Campeador que fincó sobre Consuegra
Tan leal al rey Alfonso cuanto a mi Doña Ximena

Y si en mi Valencia no me hallarais a la vuelta
peleando me hallaréis con los moros en Consuegra.



Son solo sombras, ecos de otras épocas que se desvanecen al tratar de aprehenderlos. Al menos durante el tiempo que dura el documental podemos viajar al pasado y contemplar una Consuegra sin adulterar, con personas sencillas que supieron abrirse camino y prosperar en una época poco favorable.

 Estudio realizado por Ángeles Anaya de la película documental "Todos los caminos llevan a Consuegra" de Jaime García Condado

domingo, 5 de enero de 2014

El visionario que descubrió el valor patrimonial de Consuegra. Francisco Layna Serrano

Nuestro castillo tal y como lo encontró el Académico Layna en 1958

Junio de 1958. D. Francisco Layna Serrano, Académico de Historia y Bellas Artes y miembro de la "Asociación Española de Amigos de los Castillos", visita Consuegra. Asombrado por el patrimonio evidente y, en su mayor parte sepultado, con el que contaba por el aquel entonces Consuegra, decidió redactar una carta dirigida a la corporación municipal que tituló "Consuegra y su interés turístico".
Francisco Layna Serrano, nacido en Luzón (Guadalajara) fue un prominente médico e historiador de la provincia de Guadalajara, de la que llegaría a ser Cronista oficial. Sus obras constituyen algunos de los primeros estudios históricos sobre dicha  provincia.
Francisco Layna Serrano

No sería hasta 1930 cuando Layna Serrano emprendería su labor de historiador de la provincia de Guadalajara. Su voluntad de recuperar la memoria histórica iba unida a una firme voluntad conservacionista del patrimonio histórico- artístico. Llegaría por ello también a ser miembro de la Real Academia de Artes de San Fernando y de la Hispanic Society of America–era uno de los escasos españoles que a principios del siglo XX dominaba el inglés– y recibió el Premio Fastenrath de la Real Academia de la Lengua.
Publicó diversas obras, definiéndose como paladín en defensa del patrimonio Español, dada la preocupante tendencia al expolio del mismo de principios del siglo XX.




Plano de la planta del castillo realizado por d. Francisco Layna




Extracto de la carta 
Esta carta, gracias a nuestro paisano Ángel Biezma Verbo, que la ha conservado durante todos estos años, nos desvela la Consuegra que el Académico Sr. Layna se encontró en 1958. El Sr. Layna auguró un futuro turístico prometedor a nuestra localidad, pero advirtió en todo momento que éste no podría ser inmediato, pues era necesario desenterrar y acondicionar la mayor parte de la riqueza patrimonial con la que contaba Consuegra.

Presa Romana de Consuegra

Advirtió de la relevancia que tuvo que tener en la antigüedad el Municipio romano de Consabura, atestiguado por los restos romanos, algunos visibles y la mayoría bajo tierra, como la presa, el largo acueducto, el Circo (que, según él y gracias al acueducto podría albergar juegos y competiciones acuáticas) y un teatro (dato no confirmado en la actualidad). Reconoce en su carta que este aliciente era escaso para los turistas, dado que el foro de la antigua ciudad estaba sepultado por viviendas. Ocultos quedaban para siempre sus mosaicos, sus esculturas y los restos arquitectónicos. Pero por aquel entonces, aún quedaba una zona explotable: el Circo Romano. Recomendaba que no se concedan licencias para nuevas edificaciones, por ser esta la zona arqueológica más importante de Consuegra. No fue tomada en cuenta su recomendación.




El objeto de su visita, y sin duda, el gran aliciente turístico de nuestra localidad, fue el Castillo. Nos describe un soberbio castillo erigido por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén. En origen, el alargado cerro donde se asienta estaba coronado por un recinto árabe fortificado tipo Alcazaba, reforzado por algunas torres, que servía como defensa y refugio. Este recinto fue conservado por los Sanjuanistas, aunque  reconstruyeron casi por entero la fortaleza en su extremo sur. El Sr. Layna afirma que el origen romano del castillo, defendido por cronistas antiguos, como Puertanueva o Aguirre, es, en sus propias palabras, una patraña. No advirtió el menor resto de aparejo romano, refiriéndose entre otros al quimérico blasón solar del emperador Trajano y en su carta añade como argumento que durante la pax romana no se construían castillos.
Nos desvela  algunos datos curiosos, como que a partir del siglo XVII, la fortaleza sólo servía para alojar el archivo Sanjuanista y la ermita de Sta. María la Blanca, siglo éste de la construcción de los restos que se conservaban en la planta superior de dicha ermita. Nos habla de una piedra incrustada sobre la puerta de entrada a la ermita, descrita en manuscritos de cronistas anteriores pero que él no llegó a ver por estar desaparecida, que debió pertenecer a la capilla primitiva, del siglo XIII, donde se indicaba la fecha de consagración: II idus de febrero, correspondiente al año 1229, ya terminada la construcción de la fortaleza.

Nuestro castillo era a sus ojos un magnifico ejemplo de arquitectura militar del finales del  XII y principios del  XIII y lo encontró relativamente bien conservado, a pesar de estar su interior cubierto de escombros. Bajo los escombros se adivinaban estancias situadas en la planta baja y en sus torres  cubiertas por sólidas bóvedas de medio cañón, algibes intactos y  galerías subterráneas e intramuros en buenas condiciones. Detalles que a él le parecieron extraordinarios y supondrían una atracción singular para los visitantes. Desaconsejaba reconstruir completamente el castillo, por costoso y disparatado. Comparto su opinión, no se deben falsear los edificios históricos, los despojamos de su encanto natural. Según él, bastaba con desescombrarlo, consolidar muros, torres y bóvedas y rehacer, sólo parcialmente algún muro caído o torre desmochada, además de descubrir la antigua entrada al recinto principal. Dos actuaciones pues requería D. Francisco Layna: desescombrar el castillo, sin falsearlo, y abrir un camino cómodo para acceder a él. En esto, afortunadamente, sí le hicieron caso, con más o menos fortuna a la hora de restaurarlo, en mi opinión.

Finaliza su escrito aconsejando a la corporación municipal averiguar donde había lápidas, capiteles y otros restos romanos en las casas de Consuegra, especialmente las de las calles Trajano y del Circo Romano. Alentaba a localizar, catalogar y exponer estos tesoros, como posteriormente se hizo en el museo municipal, para disfrute de todos los consaburenses.
Lo que pasó a partir de 1958 es una historia con luces y sombras que todos conocemos.

                                                                                                                                         Ángeles Anaya