domingo, 22 de septiembre de 2013

La cruz paté disimulada en el templo de San Juan

Col. Angeles Anaya
Posiblemente ayer a las siete de la tarde pasaron por delante de ella miles de personas. No la vieron porque no la iban buscando. Su atención estaba fijada en la puerta del templo cuya fachada decora, pues de ella salía, para volver a su ermita en una solemne procesión, el Santo Cristo de la Vera Cruz, el Cristo de la cruz verdadera.
Este espléndido relieve muestra una cruz paté, ensanchada en sus extremos. Parece incluso ser casi una Tau, de origen Templario, adoptada por San Francisco posteriormente. Los Hospitalarios fueron herederos de gran parte de las encomiendas Templarias tras su disolución. Adoptaron muchos de sus símbolos y advocaciones (la Vera Cruz, Santa María, San Juan Bautista, etc.) ¿Sabéis exactamente donde está situada? Ánimo investigadores.  
                                                                                                        Ángeles Anaya
Col. Angeles Anaya


domingo, 15 de septiembre de 2013

Historias y gestas congeladas en piedra I

Sin duda, viajar es como leer. Amplia tu mundo hasta límites insospechados.

El pasado mes de abril, como suele ser habitual año tras año y gracias a la colaboración de la Oficina de Turismo, visitamos el Castillo de Consuegra con nuestros alumnos del IES Consaburum. En la ermita, mi compañero, profesor de historia (de los que la viven apasionadamente), reparó en una piedra con un bajo relieve tallado. Yo siempre había pensado que las piedras talladas esparcidas por las salas del castillo eran obra de los alumnos de la Escuela Taller, pero él insistía que le parecía un resto de alguna construcción anterior  y que, tras las labores de desescombro, había sido colocada en la ermita como elemento decorativo. En cualquier caso, sirva esta anécdota para introducir un lugar mágico que supuso para mí un auténtico viaje en el tiempo.
Relieve de la ermita del castillo

El hallazgo del relieve de la ermita  había quedado en la recámara de mi memoria hasta que el destino me llevó este  verano por  los polvorientos pasillos del  Museo Lapidario de Narbona, en la región de Languedoc- Rousillon francesa. En este lugar, donde la historia ha quedado congelada en 1500 documentos de piedra, hallé, como el que descubre por casualidad algo perdido que no estaba buscando, un relieve muy parecido al visto en nuestro castillo.
Museo Lapidario de Narbona. Col. Ángeles Anaya

Bajo relieve tardo romano ( Museo Lapidario de Narbona)
 Se trata de un bajo relieve galo- romano  con relieves biselados de grandes dimensiones. Hubiera pasado inadvertido para mí de no haber visto uno muy parecido  en el castillo de Consuegra, lo cual le dio un punto de interés a mi visita a este museo.
Museo Lapidario de Narbona. Col. Ángeles Anaya

 Estos registros" fotográficos" de piedra nos hablan de la vida civil, militar, administrativa y religiosa en la antigua capital de la provinciae Narbonensis romana, en la Galia Transalpina. Su valor documental es incalculable. En mi viaje por la zona de Languedoc- Ruisillón francés descubrí otras piezas de la historia de  Consuegra que desaparecieron de nuestra localidad, pero  aún  sobreviven en esta zona del mundo. Pero eso lo dejaremos para otro post.                        

                                                                                                         Ángeles Anaya

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El héroe que emergió en la Inundación de Consuegra. Fray Benito de los Infantes (11-9- 1891)


 Fray Benito de los Infantes, Prior de los Franciscanos de ConsuegraLa Ilustración Española y Americana. Col. Ángeles Anaya

La vida sobre la Tierra y posteriormente la civilización brotaron del agua. Los grupos humanos, desde los albores de la humanidad, han buscado el amparo de los ríos para asentarse y prosperar. El Amarguillo proporcionó a los primeros pobladores de estas tierras (siglo VI a.c.) agua potable, pesca e irrigación de sus cosechas y pastos. Hasta la llegada de la tecnología romana, tuvo que ser duro acarrear agua diariamente para satisfacer las necesidades básicas y por eso nuestros ancestros procuraron siempre vivir cerca de él. El agua  ha sido la principal causa de  la civilización y su necesidad de control, la consecuencia. En Consuegra, el 11 de septiembre de 1891, el caos, la destrucción y la desolación también manaron de ella.

 Río Amarguillo con agua a su paso por Consuegra. Foto de José Manuel Perulero (Oficina de Turismo de Consuegra)

El torrencial río Amarguillo, afluente del Cigüela, se caracteriza por unas fuertes variaciones estacionales de caudal, casi seco durante gran parte del tiempo y con crecidas violentas y destructoras en ciertos momentos. Es un río extremo e imprevisible como lo es también la zona árida por donde discurre, la Mancha, por lo que desde época romana existió una necesidad de dominarlo. Con el paso de los siglos, esa precaución se fue relajando y poco a poco, cada vez más, las viviendas se iban acercando peligrosamente a su cauce.
                             
Esa misma inquietud asaltaba a Fray Benito de los Infantes desde su llegada  a Consuegra en 1889, tras pasar once años en la Misión Filipina.  Hombre de gran estatura, era natural de la vecina localidad de Madridejos. Doctor en Teología, era extremadamente culto, tolerante, de conversación amena y trato agradable.

 Al poco tiempo de llegar, y a la luz de sus méritos y cualidades, fue elegido Rector y Prior de la Comunidad de Franciscanos  de la Provincia de San Gregorio Magno de Filipinas, asentada en Consuegra, que contaba con más de medio centenar de miembros. El 2 de julio del mismo año que ocurrió la tragedia había cumplido cincuenta años. Hombre reflexivo y previsor, sabía que el Amarguillo siempre alertó del peligro de sus aguas. Existía constancia de desbordamientos del caudal acontecidos en el siglo XVI. Posteriormente, en 1702, una inundación dejó la iglesia de San Juan Bautista en ruinas, e incluso había noticias de otras inundaciones que tuvieron lugar en la Consabura romana. -“Hace falta reconstruir Consuegra lejos del río, en un punto distinto del que hasta ahora ocupa”, -pensaba mientras paseaba con paso enérgico y decidido por las casas que se apiñaban en el escaso cauce del Amarguillo, medio obstruido.

A las ocho de la mañana del 11 de septiembre de 1891 los temores de fray Benito  se cofirmaban. Un fuerte temporal se cernía sobre la comarca y varios vecinos avisaban que el agua había entrado en sus viviendas. Con gran resolución, a las nueve de la mañana fue a ver al alcalde, que dispuso de varias galeras para recoger a los que estaban faenando en los campos.  Avisó a los que vivían en las inmediaciones del río y les instó a que se trasladaran a zonas más elevadas de la localidad, pero pocos hicieron caso de esta advertencia. A las doce del mediodía el temporal amainó ligeramente y muchos prefirieron quedarse en sus casas y tener controladas sus pertenencias. –“Insensatos”,- debió pensar Fray Benito, convencido como estaba de que los vecinos debían abandonar el pueblo.


 
Nivel alcanzado por las aguas la noche de la catástrofe
Por la tarde la situación empeoró. Desde Urda llegaban noticias de que el Amarguillo tenía una crecida considerable y la enorme cantidad de agua, maleza, árboles y aperos acumulados  había reventado la presa romana. Con gran celeridad, reunió a su congregación y les arengó a hacer gala de su vocación misionera, humanitaria y asistencial, poniendo en práctica los principios de su fundador. Consuegra les necesitaba. Bajo la dirección de un ingeniero, los frailes construyeron una balsa y la sacaron del convento. A las nueve de la noche, las aguas y todo lo que flotaba en ellas se estancaron en el primer puente romano, el entonces conocido como de “Los Gallegos”. Se formó una barrera que desbordó el agua a ambos lados del cauce del Amarguillo. A las nueve y cuarto las aguas tenían una elevación de ocho metros sobre el nivel del río. Les costaba abrir las puertas del convento y la corriente les impedía avanzar. Ante la amenaza que se cernía sobre sus hermanos, el Prior instó a los religiosos a refugiarse en una casa alta próxima al castillo. Desde allí se oían los ecos de los lamentos de los consaburenses que pedían auxilio y misericordia. Fray Benito no quiso abandonar el convento. – “Aquí me salvaré o pereceré”, afirmó.

A media noche Consuegra parecía sufrir los horrores de un bombardeo. Las casas se hundían con tremendo estrépito, los lamentos no cesaban y aún no había dejado de llover, pero el Prior continuaba con sus labores de salvamento. En esas interminables horas de desesperación y caos, hubo un grupo de personas, los padres franciscanos, que renunciaron a tratar de salvar sus propias vidas con valor y abnegación para socorrer a sus paisanos y tratar de poner a salvo al mayor número de vecinos posible.
A las cuatro de la madrugada, las aguas comenzaron a retroceder para dar paso a un entorno de cieno y ruinas.

Labores de rescate padres franciscanos. Col. Ángeles Anaya

                        Al amanecer, Fray Benito de los Infantes contempló desde el convento una Consuegra devastada.- “Ahora comienza nuestra verdadera tarea”. Sin pensarlo dos veces, dividió a sus frailes en grupos de entre dos a cinco miembros, para recorrer las calles más castigadas y allí, remangados sus hábitos, con el lodo hasta las rodillas, revolvían los escombros para rescatar heridos, cadáveres y pertenencias de valor que aún se podían aprovechar entre los escombros. A todos ellos daba ejemplo el P. Prior, animándoles con sus exhortaciones, socorriendo a los heridos y auxiliando piadosamente a los moribundos. Así un día tras otro.
A lo largo de ese duro invierno, cuando los periodistas, autoridades y demás personalidades hacía tiempo que ya habían abandonado Consuegra,  el padre prior, con gran acierto, incrementó la distribución de “la sopa” para que, al menos, las personas más necesitadas, comieran un plato caliente al día.
                           
Tuvo que ser el 11 de septiembre de 1891, dejando la riada tras de sí una localidad asolada,  360 víctimas mortales y decenas de casa arruinadas, cuando los vecinos de Consuegra escarmentaran y se replanteara todo el margen del Amarguillo y las calles adyacentes, llegando algunas a desaparecer. Una nueva y enjalbegada Consuegra renacía de sus cenizas de fango y escombros.

Los verdaderos héroes de esta catástrofe fueron el más de medio centenar de frailes Franciscanos, con su prior a la cabeza, Fray Benito de los Infantes, por su incansable labor sorda y desinteresada. Consuegra le estará eternamente agradecida. 
                                                                                                                                       Ángeles Anaya García- Tapetado
                                                                                                                              Cuadernos de Historia y Cultura Popular
                                                                                                                                              Ayto. Madridejos

sábado, 7 de septiembre de 2013

Una fiesta hecha de Oro Rojo. Consuegra, 50 años exaltando el Azafrán

Cortesía Oficina de Turismo de Consuegra


Adaptación de la intervención de D. Elías Anaya Verbo en el pregón de la Fiesta de la Rosa del Azafrán del año 2012.  
Presidente del Círculo Histórico- Cultural Consaburense.
Consuegra,  26 de Octubre  de 2012

El próximo 27 de octubre de 2013 conmemoramos  el  51 aniversario de nuestra apreciada Fiesta de la Rosa del  Azafrán.

                Para situarnos en el inicio de esta fiesta hemos de remontarnos al mes de octubre de 1962. En esta fecha, nuestra humilde localidad llamó la atención de un visitante de excepción, D. Oskar Dignoes, Director de la oficina de turismo austríaca.

D. Oskar, maravillado por el suceder de celemines de azafranales color violeta que contemplaba desde lo alto de la Centinela, tuvo la certeza de que el resto del mundo debía conocer el embrujo del proceso de recolección y manipulación del azafrán de la Mancha.

Desde su cosecha, pasando por su recogida y llegando tras su tostado al preciado   “oro rojo de los pobres”, el azafrán, con sus múltiples propiedades medicinales, culinarias y colorantes, lleva parejo un sinfín de costumbres y tradiciones manchegas.  Rituales que forman parte de nuestro “ser” consaburense, como la ayuda mutua entre vecinos y familiares, el valor del esfuerzo y el ahorro o la reunión al calor de la lumbre, donde se contaban historias mientras se “mondaba” la rosa.  Forman parte de lo que somos y lo que vivimos como pueblo, aunque seamos ciudad.

Revista ama. Col. Ángeles Anaya García- Tapetado

                
Esta inquietud se la transmitió D. Oskar al Sr. Alcalde de entonces, D. Pedro Albacete y a D. Francisco Domínguez, nuestro querido y recordado Paco.  El resultado fue la 1ª edición de la Fiesta de la Rosa del Azafrán, que tuvo lugar el 27 de octubre de 1963, siendo el pregonero D. Federico Muelas, poeta y escritor conquense( la dulcinea no llegaría hasta la cuarta edición).

 Acudieron diversas personalidades de las artes y las letras de nuestro país, como D.  Federico Romero (coautor de la zarzuela de la Rosa del Azafrán), y otras más en siguientes ediciones, como la compositora Dña. Fina de Calderón, D. Gregorio Prieto (pintor), D. José Antonio Cabezas (periodista), S.M. la reina Geraldine de Albania, el Archiduque de Austria, EL Marqués de Sierra Nevada, representante de la Orden de San Juan, entre otros. En este evento actuó por primera vez el grupo de coros y danzas, que desde aquel día pasó a llamarse “Coros y Danzas Rosa del Azafrán”.



Revista ama. Col. Ángeles Anaya García- Tapetado
             En estos primeros años, los Consaburenses pasaban de puntillas por los diversos actos de la fiesta. Inmersos en sus tareas y quehaceres relacionados con la recogida del azafrán, su cultivo suponía para la población, en su mayoría  jornaleros y  hortelanos, un sobresueldo, un modo de obtener ingresos extra. La familia al completo, e incluso amigos y vecinos, colaboraban en los pocos días que duraba la recolección mondando rosa a toda prisa, pues, como bien dice la zarzuela del mismo nombre:

                                           La rosa del azafrán es una flor elegante,
                                            Que nace al salir el sol y muere al caer la tarde

De todos es sabido que la rosa del azafrán preferiblemente en el día ha de quedar cogida y mondada (labor que durante los primeros años realizaban las “recogedoras”), además de dejar sus clavos  tostados. Al ponerse el sol tenía lugar el momento de la monda, donde las  mondadoras  y familiares de éstas que acudían a  “echar el clavo” para colaborar, se reunían a mondar rosa, es decir, a extraer los preciados clavos de azafrán, en medio de risas e historias que amenizaban los primeros fríos de otoño.

Revista ama. Col. Angeles Anaya García- Tapetado
                 El siguiente año, en 1964, el Sr. Alcalde determinó la formación de una comisión, formada por vecinos de Consuegra, para el estudio y desarrollo del evento, tratando de impulsarlo y mejorarlo.  

Aprovecho este instante para manifestar mi agradecimiento, y con ello creo que hablo en nombre de todos los consaburenses, al alma de la Fiesta de la Rosa del Azafrán, D. Pedro Albacete del Pozo, que con su entusiasmo y dedicación inició lo que hoy es una fiesta de interés turístico regional, y al que le hubiera gustado acompañarnos de no ser por su delicado estado de salud. Entre los miembros de esta comisión se encontraban: D. Justiniano Pérez, D. Manuel Caballero, D. José Lara, D. Félix Gallego “Boquirre”, experto en temas de azafrán, D. Valentín Sánchez “Tini”, D. Gabriel García Huertos “Cejas”, D. Atanasio Ortiz y un servidor, entre otros muchos colaboradores, siendo yo mismo el que incluyó el  concurso de monda de rosa entre los actos de la fiesta.

Revista ama. Col. Angeles Anaya García- Tapetado

 Esta comisión fue ampliándose con el paso de los años y durante muchos días, de manera absolutamente desinteresada, deliberábamos, trabajábamos, nos reuníamos y poníamos los cimientos de lo que es hoy nuestra fiesta. Cada uno aportaba su saber, sus ideas y su trabajo, con la satisfacción de ver funcionar el festival como única recompensa.
              
             La fiesta del azafrán trajo consigo numerosas mejoras e inversiones en nuestra localidad: se rehabilitaron y reconstruyeron los molinos ( esperamos hasta la  tercera edición para tener la primera Molienda de la Paz en el molino Sancho), se inició el desescombro del castillo, se realizaron excavaciones pseudo-arqueológicas en el poblado prerromano del cerro cuyos hallazgos sirvieron para abrir el museo municipal, se construyó el polideportivo municipal, se facilitó el acceso a la crestería con escaleras y la construcción del  carreterín, se construyó la Casa de la Cultura y la Biblioteca,  se rehabilitó el alfar, etc. En definitiva, el patrimonio cultural y material de Consuegra se empezó a “remover” gracias a aportaciones de pregoneros y otras personalidades que acudían a la fiesta.
  

Revista ama. Col. Angeles Anaya García- Tapetado

          Cada año se iban ampliando actos, inaugurando nuevos molinos y completando nuestra Fiesta de la Rosa del Azafrán.


Así durante 50 años, hasta llegar al día de hoy, con muchas ausencias, algunos de los que quedamos de antes, pero con lo más importante, los consaburenses de ahora, que serán los encargados de perpetuar nuestra fiesta, para orgullo de Consuegra y deleite del resto del mundo. 

Cortesía Oficina Turismo Consuegra

Ángeles Anaya