Una soleada tarde de octubre, enfrascada en estos pensamientos, topé de bruces con el umbral de la calle El Hospital. La respuesta al porqué de su nombre es clara. El Hospital de San Juan se localizaba en el número 18 de esta calle, ocupando la esquina de la calle Plus Ultra y llegando a la calle del Cristo. Era mantenido por la cofradía de la Caridad, fundada en 1453 por el Gran Prior Gonzalo de Quiroga, cuyo escudo de armas, el de verdad, se encuentra medio escondido en el patio de La casa de la Tercia.
Col. Ángeles Anaya |
Toda la villa de Consuegra se implicó en el proyecto y los cofrades contribuían cada uno con dinero y trabajo para su mantenimiento y limpieza. En nuestro hospital había un mínimo de 8 camas destinadas a los pobres, se acogía a los huérfanos e incluso se daba sepultura a los que de todo carecían. Como remedios curativos, empleaban las oraciones y la ciencia que se conocía en la época, por lo que se contrataban cirujanos, enfermeros y boticarios. Entendían la alimentación como medicina preventiva, supervisando los alimentos almacenados en las despensas y estableciendo un plan de comidas personalizado con los enfermos. Proporcionaba dos comidas decentes al día y trataban de ofrecer carne tres veces en semana a sus enfermos. Practicaban la asepsia mediante la higiene de camas, utensilios y alimentos. Aislaban a enfermos sospechosos de poder infectar a los demás. Trataban incluso de hacer la estancia de los pacientes agradable, decorando paredes y muros. Contaban con una práctica sanitaria de lo más actual.
Fundador de la Orden de los Caballeros Hospitalarios. Comerciante nacido en Amalfi, alrededor del 1100 fundó un hospicio en Jerusalén para atender a los peregrinos. |
En el siglo XVII, por ejemplo, en el hospital de Malta, se estableció una escuela de Anatomía y Cirugía, practicando tratamientos punteros en la curación de cataratas oculares o heridas de guerra. Se sirvieron y aprendieron de los galenos judíos y árabes durante su estancia en Tierra Santa, con lo que mejoraron los tratamientos que aplicaban. Dividían sus hospitales en alas y departamentos, según la naturaleza de las enfermedades y la condición de los pacientes, atendiendo a mujeres y hombres, no importaba su religión.
La razón de ser fundamental de la Orden de San Juan (los Hospitalarios), desde su fundación, ha sido el servicio a los enfermos, peregrinos y pobres. Este hecho no les excluía de ser "militia Christi", muy al contrario, convivía con su otro valor fundamental: la defensa de la fe y el impulso de propagar las propias creencias. Todo esto se añadía a las acciones sociales orientadas a repoblar yermos, establecer fronteras , colonizar territorios y repartir "suertes de tierra".
Ángeles Anaya
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