domingo, 14 de junio de 2015

El Quijote de Cervantes o los curiosos efectos de una lucha de priores en Consuegra

Escudo de los Álvarez de Toeldo y territorios del Priorato de San Juan en Consuegra
Todo empezó con un desencuentro, que se complicó en un pleito y finalmente terminó con asedio del Castillo de Consuegra en el campo de San Juan.

En en la primera década del s. XVI era un hecho que la villa de Consuegra poco a poco cedía ante el ascenso de otros lugares del priorato, como Alcázar.  El Cardenal Jiménez de Cisneros  nos cuenta como Don Diego de Toledo, tercer hijo del Duque de Alba reclamó   el priorato de San Juan en Castilla y León, con cabeza en Consuegra, para sí. El prior por aquel entonces era Don Antonio Zúñiga, hermano del Duque de Béjar. Empezaron los pleitos y las disputas por los derechos al priorato de san Juan. La casa de Alba presionó ante el Gran Maestre de Rodas, el cual destituyó a Don Antonio Zúñiga en favor de Don Diego Álvarez de Toledo. La mecha estaba encendida y Don Antonio con el apoyo del poderoso Duque de Béjar asedió el Castillo de Consuegra, en el que se encontraba el recién nombrado prior Diego Álvarez de Toledo. Las crónicas, algo exageradas, hablan de 5000 soldados a pie y 1000 a caballo pertrechados en los alrededores de Consuegra. Fue el último conato de batalla que padeció nuestro castillo hasta la llegada de las tropas napoleónicas. 

Para evitar desórdenes mayores, en 1517 el emperador Carlos V tomó cartas en el asunto y resolvió el conflicto dividiendo el territorio de los hospitalarios en la Mancha. Concedó a don Diego los términos de Alcázar (que por aquel entonces se llamaba Alcázar de Consuegra y desde esa fecha pasó a llamarse Alcázar de san Juan), Argamasilla, Quero y Villafranca, con el título de priorato de León y cabeza en Álcazar
El resto de villas, Arenas, Madridejos, Camuñas, Urda, Turleque, Tembleque, Villacañas, Herencia y Villaharta, con sede en Consuegra, se las concede a don Antonio de Zúñiga, de la casa de Béjar, con el título de priorato de Castilla. Existían pues dos priores, dos cabezas de priorato, pero un único archivo, que seguía estando en Consuegra.



Esta división se hizo solamente  mientras viviera don Diego Álvarez de Toledo. Pero de hecho el priorato permaneció dividido unos años más, tras la muerte de los dos causantes del cisma sanjuanista. 

Los grandes priores que les sucedieron   pertenecían ambos a la casa de Alba.  Don Fernando álvarez de Toledo, hermano de don Diego, y don Antonio Álvarez de Toledo, su primo hermano y cuñado.  Efectivamente, en este punto la historia se mezcla con el Convento Carmelita de Consuegra, puesto que fue don Fernando su fundador. Dato curioso en este año teresiano.  Rodas cayó en 1522 y en 1530 se inicia Malta como sede del Gran Maestre. Don Fernando sobrevivió a Don Antonio y en su persona volvió nuevamente a unificarse el priorato de san Juan de Jersusalén en Castilla y León en el año 1566. único archivo y única cabeza, en Consuegra, aunque desde la división todos los priores de san Juan estaban obligados  a tomar posesión de su cargo en Consuegra y en Alcázar de San Juan, que funcionaban ambas como capitales  del priorato.

El personaje que nos ocupa  en relación a don Miguel de Cervantes es otro, don Antonio Álvarez de Toledo,  

 La relación que don Antonio de Toledo, gran prior de la
orden de San Juan en el priorato de esta orden militar en León, al que pertenecía
el de la Mancha,  y el también caballero de dicha orden militar, don Francisco de Valencia, tuvieron con Miguel de Cervantes es que ambos fueron compañeros de presidio del autor
de don Quijote en las cárceles argelinas y le ayudaron en su segundo intento de fuga, hecho que ocurrió en el año 1577.

Pudo ser esta amistad, entre otras muchas causas, la que influyera para que
Cervantes escogiera como patria de la mayoría de las aventuras del Caballero
de la Triste Figura, la Mancha, es decir, el priorato de san Juan. La opinión que le merecía a Cervantes, no solo el entonces gran prior de la orden hospitalaria, sino su amigo y compañero don Francisco de Valencia, era de gran estima. En la novela del Quijote, don Miguel de Cervantes da buena cuenta del profundo respeto que tenía a los hospitalarios y su veneración hacia dicha institución. De igual manera ocurre en la comedia El trato de Argel.

En dicha obra, por medio del actor que hace el papel de rey, dedica versos
elogiosos a los caballeros que compartieron cautiverio con él y tan generosamente le habían ayudado.


De ira y de dolor hablar no puedo;
y es la ocasión de mi pesar insano
el ver que don Antonio de Toledo
ansí se me ha escapado de la mano.
Los arraces, sus amos, con el miedo
que yo no les tomase su cristiano,
a Tetuán con priesa le enviaron,
y en cinco mil ducados le tallaron.
¿Un tan ilustre y rico caballero
por tan vil precio distes, vil canalla?
¿Tanto os acudiciastes al dinero,
tan grande os pareció que era la talla
que le añadistes otro compañero,
el cual solo pudiera bien pagalla?
¿Francisco de Valencia no podía
pagar solo por sí mayor cuantía? [ ... ]
Conocieron el tiempo y coyuntura,
y huyeron de no verse en mi presencia:
que si yo a don Antonio aquí hallara,
cincuenta mil ducados me pagara.
Es hermano de un conde y es sobrino
de una principalísima duquesa,
y en perderse, perdió en este camino
ser coronel en una ilustre empresa.
Airado el cielo se mostró y begnino
en hacerle cautivo y darse priesa
a darle libertad por tal rodeo,
que no pudo pedir más el deseo ... 


Hay personas que son capaces de sacar lo bueno de toda clase de situaciones, incluso las más adversas, como puede ser un cautiverio. Una de esas personas sin duda fue don Miguel de Cervantes.
La persona que quizá hizo posible que Cervantes fuera cobrador de impuestos en La Mancha, compartió con él en aquella fría cárcel de Argel, confidencias y numerosas conversaciones. Pudieron hablar  de  los desvelos de don Antonio en el
priorato de san Juan. Pudó quizá hablarle de los planes para seguir construyendo molinos
de agua en la ribera del Guadiana para que los de viento de la orden de Santiago,
situados en Campo de Criptana, no atrajeran a moler a tantos vecinos del
priorato.  Quizá le describiera a los soberbios licenciados u hombres de letras o le hablara de los pleitos de los aspirantes a hidalgos que carecían de ejecutoria probada.
Lo cierto es que Cervantes cuando se pone a escribir su Don Quijote sabía
mucho de la Mancha y del priorato de San Juan, y conocía bien, no solo el
paisaje, sino sus pueblos, gentes, cuentos, dichos y sucesos.

La segunda parte de este post está basado en el artículo "D. Antonio de Toledo, Gran Prior de San Juan, y D. Francisco de Valencia, Caballero de la misma Orden, valedores la liberación de Cervantes del cautiverio de Argel" de la Archivera del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba, Dña. Pilar Serrano de Merchén
La mejor forma de despedirlo es recogiendo literalmente las palabras de la autora:

Hemos querido resaltar la relación de Cervantes con
uno de los dignatarios de la orden de san Juan en España, el cual era, no solo
personaje influyente en la corte de Felipe II, sino gran prior de un territorio
ancho y llano, lleno de peculiaridades, de pueblos singulares, los cuales,
durante siglos, se han enorgullecido de haber servido de escenario, incluso
de haber tenido entre sus vecinos, al prototipo de uno de los personajes más
peculiares de la literatura universal.

Angeles Anaya






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